jueves, 4 de octubre de 2007

Objetivo Birmania

Que son yermos los páramos paisajes
De historias tan manidas, mal contadas
Con extenso cerebro y sin maneras,
Pues ya sólo lo habitan oquedades.
.
Mañana los testigos de lo obvio,
Dirán desde trincheras escondidas
Que ellos conocen a los causantes
De tanta sangre el odio que veían
.
Y mueren esos monjes de azafrán
Y mueren los que rezan codo a codo
Y viven los que les sobra maldad
Para matar y hacer lo mismo cualquier día.
.
Yo observo en la distancia preocupado
De esta cercanía, ya inhumana
Yo quiero estar allí y en más batallas
Y de impotencia preso quedo en casa
.
Así que afilo un lápiz de palabras
Que dicen lo que hacer y no hacen nada
Por eso a mi hoy la luna me parece
Que mira como yo, redonda y calla.

lunes, 10 de septiembre de 2007

La mala reflexión

La mala reflexión.- Ojkr.-


La que no conduce a nada.

¿Qué nos lleva a ella y en qué consiste? La reflexión en si, buena o mala, pasa necesariamente por una frustración en un grado notable. Esta, nos acerca a asumir cierto grado de culpa o decepción personal, y a una conclusión errónea que consiste en buscar soluciones rápidas.

El fallo reside en no contrastar con calma la verdadera raíz del porqué. Tenemos soluciones infinitas para eludir la culpa, a menudo inexistente, que se podría basar en lo que los demás puedan opinar de nosotros mismos. Y esto es una pesada carga social. Nos quema, nos moviliza, y nos aleja del verdadero problema si es que lo hubiera… pero ¿y si no lo hubiera?

¿Por qué ese empeño en explicar cosas que, simplemente acontecen?
¿Qué pasa cuando nos flagelamos por los demás, y no por nosotros mismos?
¿Qué necesidad tenemos de pensar en boca de otros?
¿Qué importa lo que nuestro entorno deduzca, cuando la envidia es la piedra angular de la que deberíamos huir?

La mala contractura

La mala contractura. Ojkr.- 25-ago-07

No es abrazo suficiente, el de esta faja que me aprieta
No me sirve de consuelo, las pastillas que aflojan mis carnes
No hay diagnóstico que pueda hacerme entender este dolor

No existe baja médica, que me sirva de excusa para no poder elevar a mis hijos por los aires
Ni siquiera dispongo de un “porqué” para mi mismo…con la de cosas que supe alguna vez.
Ahora no sé nada.

Tan sólo me duele cada vez que respiro, suspiro o algo parecido.
Nada de jadeos, risas, toses o pedos…sólo un daño interno que me aprieta
El hilo conductor es una especie de tendón endurecido que resalta y sobresale.
Los masajes escapan a mi presupuesto…por supuesto

Y es por eso que sigo postrado.
La mala contractura es aquella que no te deja sentirte relajado
Hay que mantener la calma.

viernes, 24 de agosto de 2007

Cuando el sol no existe

Cuando el sol no existe… Ojkr.- 26-oct-2006

Cuando el sol no existe, todo está frío
Al caer la noche, la sombra ha vencido
Cuando el sol se marcha, se hiela el río
Pero no puede irse, lo que siempre ha existido

Cuando el sol se enquista, no es ni amarillo
No es ni gris ocre, ni un gris más sencillo
Cuando el sol se cansa, amanece el vacío
Las noches se alargan, hasta el infinito

Los rayos se doblan, la luz se ha perdido
Ni crecen las flores, ni juegan los niños
La luna se cansa, bostezo aburrido
A todos extraña, no estaba previsto.

Ojkr.-

miércoles, 22 de agosto de 2007

El mejor punto de vista

Ojkr.- El mejor punto de vista. 16-agosto-2007

No abandones nunca la espontaneidad. Sé tu mism@.
No pierdas de vista el amor, ya que es el mejor de los puntos de vista. Sin él no hay vida.
No nos separemos los que incluso, divergimos en paralelo.
No dejes que lo normal se convierta en rutina, y no permitas que la rutina haga astillas contigo.
No creas que hay cosas mejores que las evitables. Lo inevitable también es necesario y además, imposible de evitar.
Ya lo dice la palabra.

El silencio absoluto no existe, pues siempre queda la maldita vocecilla interna.
La verdad absoluta tampoco, pues sería una gran mentira.
El poder absoluto…sí, pues nos manejan a placer.
Y el placer absoluto… ¿existe?
Je je …

Si. Existe.

jueves, 16 de agosto de 2007

La mala intromisión.

Ojkr.- 12-ago-07

La mala intromisión.-

Se deja ver tarde y nunca. Viene con cara de intimidad y secreto y te suelta una serie de información que no has pedido…que no quieres. Que no te interesa. Te sonsaca.
Puede parecer un acto amistoso o de extrema confianza, pero en el fondo se esconde la bestia del cotilleo.

Hay gente con una necesidad irrefrenable de sentirse centro de atención, o sentirse mirada o admirada. Gente que sería capaz de cualquier cosa para conseguirlo. Capaz incluso de contar cosas que no se deben contar, a personas que no pueden saber ciertas cosas.
Pura maldad compulsiva de hablar por hablar. Sin querer.

Se ocultan bajo un manto de interés que te desinhibe y te aboca a contarles cosas más o menos intimas. Y luego almacenan toda esa información para acaparar la atención en momentos escogidos. A conciencia.

Ponen su hombro a tu disposición para que lo uses como basurero…pero en realidad te encuentras ante un contenedor de reciclaje de noticias, donde todo sirve para ser reutilizado.
Todo.
Cuidado.
Atención.

sábado, 11 de agosto de 2007

Segunda vida

Ojkr.- Segunda vida. 10-ago-07

Parece que se vive por la noche, como otra vida…pero otra paralela. Por eso es que yo a veces sólo quiero…dormir y no salir más de la cama.
Pero eso no es posible pues me olvido.

Por más que apunto y grabo cuanto pasa. Amanece y cuando suenas: tonta alarma, me rompes el mejor de los recuerdos.
¿Para cuando el inventor de grabar sueños?, ¿por qué no inventa nadie cosa tal?, ¿y si ha nacido ya y aún no lo sabe?, ¿de qué manera puedo yo, pronto avisarle?

Ahora acostumbrado y educado, gracias a la disciplina del desvelo, pues nunca dejo que se olviden estos sueños, porque los parto en mitad de la noche y los escribo… y después vuelvo a la cama y vuelvo al sueño. A veces es el mismo y me entretiene…a veces cambio a otro y me disgusta.
Da igual, por la mañana sólo leo. Y del recuerdo del sueño ya no hay nada, sólo letras. No puedo refrescar ni mi memoria…con tanta y tanta tinta y tan mojada, pues son recientes todas las palabras.

En cualquier caso, me entrego a tan aciaga disciplina, de no hacer nada y escrutar el techo, cuando quiero yo dormir sobre mi cama.
Conozco cada mancha de mi cielo. Las de humedades de tiempos invernales…las de mosquitos ya muertos y estivales, las del calor de bombilla tan desnuda…que deja sombras en el blanco y su reflejo.

En fin, que somos algo y algo más que algunos sueños. Que somos hasta actores destacados, o guionistas o simples directores…de películas de estrenos imposibles. Perfectas y en mi caso, con su Óscar…pues es mi nombre.

viernes, 10 de agosto de 2007

Trabalenguas moral

Sola, se sube con calma la sisa de su blanca blusa. Abusa
y hasta suda sabiendo que siempre será observada
desde el otro lado del pasillo, desde la sala.
Sibilantes las miradas que se sienten, que se atascan
siempre que cierras las puertas , algo pasa.

Sangría novedosa en caudal…y en nombre bueno.
A mí siempre me gustaste. Aún de pequeña.
Con nuevos modales, estrenados para la ocasión, pues la merece.
Con la cara roja, aunque no hiciera calor… ¡qué vergonzosa!
Nos quedamos de piedra en mitad de clase, perdiendo las miradas en el mar de la pizarra, mientras el maestro asentía tras susurrarle tú…algo al oído, delicada.
Luciendo un nuevo brillo en la pupila, más compleja y mucho más cautivadora.
Con piel más suave, sin tanta harina blanquecina. Sin porcelana apenas, sólo pestañas que salían de la cara hacia un flequillo… en fuga de rápida coleta tras recreo.
Todo sería diferente tras aquello. Ya nunca regresó, tanta inocencia, que dejaste aparcada en los lavabos.
Por fin estrenarías nuevos sueños, contados tantas veces a tu almohada.

Pero yo ya no formaba parte de ellos, ni de la costura en borde grueso de tu cama. Tan sólo recordarlo… me desvelo, mientras cae alguna lágrima.

La paciencia de los niños de once años, se dispersa cuando sangran sus amadas. Y ya nunca más se recuperan, pues no maduran nunca.
Y así con su pasito nuevo y claro, avanzan decididas para siempre… y gente como yo, sólo miramos, mientras ellas se regalan al más alto.
¿Las lagrimas aquellas, de hace tanto?...me miro en el espejo y aún no secaron.

¿Y ahora que he crecido, qué te pasa?, ¿por qué sigue ocurriendo que las niñas, pecan de madurez y siempre escapan? Yo sigo siendo el niño que miraba con cara de sorpresa en las ventanas… del colegio, del trabajo y de mi casa.
Será que tanta sangre derramada, os ha convertido ya en mujeres…desde entonces.

domingo, 5 de agosto de 2007

La mala conciencia

¿Qué es eso?, ¿quien la tiene?, ¿quien conoce a alguien que la
tenga?, ¿por que va a existir así, sin mas?, ¿alguien la habrá
inventado?, ¿tendrá mala conciencia?

¿Y la buena? De la que todos presumimos tarde o temprano.

La de las grandes excusas. La de los ricos y pobres.
La de los grandes misterios.

La de palabras confusas. La de que a nadie le sobre.
La de estar todos contentos.

La de la luz más difusa., con los visillos discretos.
Para mirar desde dentro.

Que si te hundes te impulsas. No importa que otros se ahoguen.
Sálvate tú de momento.

Ni importa si no te mojas. Pues si no corres te cogen
Si mientes tú... yo no miento.

La mala conciencia. Sabia manera natural de sentir la culpa propia en secreto. Con todo un abanico de posibilidades en cuanto al noble arte del disimulo.
Argumento cicatrizante para obrar sin moral. Al tiempo.

¿La mala conciencia? No sirve de nada. (17-oct.05)

La muerte dulce

Puede que muera despierto. Hasta que amanece.
Puede que no sea de noche y el sol, tan sólo está escondido al otro lado del mundo. Desvelado, como yo, pero de risa
Rompiendo el silencio de la noche, la de verdad… la del otro lado del mundo. Con sus carcajadas hirientes de sol radiante, de sol que sale o se pone… casi cuando quiere.
Amanece, pero yo no veo el sol, el de verdad, el radiante, el carente de toda nube.
Veo, con ojos abiertos, la oscuridad, la verdadera, la de toda ausencia de luz.
Miro pero no veo, aunque en verdad, se que las cosas palpables, las tangibles, las de verdad, están ahí, aquí, rodeándome en la noche…

la de verdad ¡

domingo, 29 de julio de 2007

La felicidad no existe

Ojkr.- La verdadera felicidad no existe. 29-julio-2007


Nunca se debe pensar en las cositas buenas que nos pasan, con tristeza injustificada. Nos hace daño y nos impide, en ocasiones, disfrutar del aquí y ahora que ya ha pasado.

La verdadera felicidad no tiene una respuesta eficaz que pueda explicarla. Pasa por nuestro lado y nos damos cuenta demasiado tarde.

Ahora, sólo hay frustración. Una enorme frustración sentimental, de no ser capaz de transmitir de manera certera el amor que siento hacia tanta gente y tantas cosas. De no haber convencido para siempre a las personas queridas y amadas. De sentir una permanente evaluación. De sentirme poseído y posesión.
De padecer este enorme vacío que me llena el pecho y me empuja hasta una horrorosa ansiedad.

En estos momentos, dudo de veras que exista la verdadera felicidad, ya que se desintegra cuando crees tenerla. Su simple proximidad, la difumina cada vez.

La felicidad, es sólo una palabra más que define un tipo de tristeza.
Como un tránsito. Como una pena menor que atropella sin mediar pacto alguno y sin previo aviso.

Sólo queda el futuro, y encima…ni existe, ya que está por venir.
No sé, a lo mejor tengo una gran tendencia a la pena y a la tristeza. Me noto semi-atrapado en el papel de Óscar Gª. Como si me estuviera encasillando en el personaje. Sin disfrutar del todo.
Y además, con una carga emocional enorme y desproporcionada en comparación a las expectativas.

No pueden convivir la desconfianza y el amor. No hay puntos en común entre el querer y el amar, ya que con el primero, se siente una necesidad de posesión tremenda. Pero… ¿cuando lo tienes?, ¿tienes que seguir queriéndolo? o ¿amarlo sin más, pues ya lo tienes?
Evidentemente, no se puede perder lo que nunca se tuvo. Pero sí lo que se posee… y ambas cosas son incompatibles: amar y querer.
Quien quiere, no ama… hasta que lo tiene. Y quien ama, es porque alguna vez quiso a algo o a alguien sin querer, dándolo por perdido de antemano.
Seguramente sea una reacción química ante algo que nos hace sentir bien. El inconveniente es que no existen las cosas infinitas.

Creo… que los que nada quieren… todo tienen. Y que los que poseen cosas intangibles están condenados a perderlas en el preciso instante en que toman posesión de ellas, pues la posibilidad de perderlas, les hace olvidar disfrute alguno, condenándoles al vacío que deja el esfuerzo de intentar retenerlas.

Creo, que todos necesitamos un “te quiero”… pero dudo mucho que sea algo que se pueda ir pidiendo por ahí.

Vamos…una puta mierda.

sábado, 26 de mayo de 2007


La Oscuridad22-diciembre-2006

Era otra vez Navidad. Casi como cada año, en las mismas fechas, aparecía de pronto la nube de la nieve, negra y puntual a la cita.
La puesta en blanco de la oscura nube, traía tras de si, una ráfaga de viento asignada sólo a ella. La Sierra vigila las formas, las maneras, el protocolo.
Y mientras los hombres otean el horizonte, las mujeres ponen a salvo todo lo que importa. Los niños y niñas, se desdibujan en las calles y se lamentan. Los perros: temen.
Ya nadie vigila los rebaños. Hay que ponerse a salvo.
Todo ocurre de repente. El mejor de los días soleados del invierno. A la hora en que alcanzan los tejados, la mayor temperatura. A plena luz del Sol, el día, finge que es de noche.
A nadie engaña. Todos saben lo que ocurre.
Con destreza sorprendente, el pueblo se viste con sus mejores cerrojos. Todas las casas adornan sus portones con palas y grandes colecciones de troncos cortados exactamente igual.
Chimeneas trabajando y… La Oscuridad.
Aquí empieza todo lo que queda, merodear y cazar. Cosas que importan para sobrevivir tras la tormenta.
Lo cierto, es que todo resulta más fácil cuando hay tormenta, ya que los hombres entretienen sus fuerzas en conservar lo que perderán más adelante, aferrándose a cosas sin relevancia. Perecederas. Inútiles para nosotros, los lobos.
Siempre andan haciendo cosas que les distraen, cosas que, a nosotros, nos encantan, ya que es entonces cuando aparecemos en escena.
Somos oportunistas, pues es una de nuestras armas y no la vamos a despreciar.

lunes, 9 de abril de 2007

Olía a sal.

24-mar-07 Ojkr.-

A menudo, una brisa arrastra consigo fragancias que nos transportan a otro tiempo o lugar. A menudo, olvidamos cosas que nunca íbamos a olvidar, pero que el tiempo borra con detenimiento y eficacia…pero hay otras veces, que un recuerdo completo, surge a raíz de un olor espontáneo.

Iba solo, como casi siempre a los 10 años. Recorría un amplio territorio que abarcaba más de dos pueblos, como los grandes felinos, que deambulan por sus extensiones sintiéndose los amos. Y así era como yo me sentía, cada vez que me embarcaba en mis aventuras privadas. Resultaba tan excitante alejarme cada vez más, que incluso a veces, tenía que regresar antes de olvidar los puntos de referencia a través de bosques y caminos sin explorar… ya regresaría al día siguiente. Y así era, volvía una y otra vez conociendo los bosques, caminos y atajos. Tampoco dejaba al azar el encuentro fortuito de algún peligro, aunque a esa edad, el desconocimiento resulta ser el mayor de todos los peligros. Indagaba cerca de acantilados, agujeros o cualquier tipo de obstáculo, con el afán de llevar a mis amigos sin el temor a alejarse de los sitios permitidos. Así, despejaba senderos de animales más pequeños, adaptándolos a mi tamaño a base de andar una vez tras otra por el mismo recorrido.

Por fin, y casi siempre acompañado de mi perro, daba por terminado los senderos. Ya sólo faltaba convencer a los demás niños, de la aventura de explorar. Era sencillo. Y de esta manera, en fila de a uno, nos encaminábamos hacia lo desconocido.
Primero, con el miedo que sus ojos reflejaban. Luego, con la valentía que otorga el conocimiento del territorio. Y sobre todo, conocer el camino de vuelta, que también ayuda.
De cualquier modo, mi afán de aventuras, siempre me dejaba sólo ante el siguiente recodo.
A base de castigos, los padres conseguían que los otros niños respetasen las zonas de juego y se ciñeran a ellas. Todos menos yo, que no se me pasaba por la cabeza compartir estas aventuras con mis progenitores, evitando así las restricciones cuando tenían que ausentarse por trabajo. Con la excusa de sacar de paseo a nuestro perro, hice muchos kilómetros por aquellos bosques y acantilados.

Aquel día, iba a ser especial, de esos que nunca se le olvidan a un niño.
Olía a sal. Pero a sal mojada. Era un aroma lejano aunque persistente. De esos perfumes que, desde el primer momento, se quedan a vivir en la memoria para siempre. Un olor que abarca todos los olores de la orilla del mar. Algas, conchas, arena y olas rompiendo en la orilla.
Ese día, mis pies me llevaron sin querer hasta el borde del mar. Crucé el pinar esquivando el olor a resina de los pinos, buscando el salitre que guiaba a mi pituitaria. Y allí, al final de la playa, en el pequeño embarcadero que se adentraba en el mar, estaban sus pequeños pies acariciando la superficie del agua según iba y venía el oleaje. Con sus blanquecinas piernas, colgando desde las rodillas, permanecía sentada y quieta mirando a lo lejos, donde no hay nada. Ese roce entre pies y mar, sutil, inconsciente…levantó un perfume digno de ser entendido por los mejores perfumistas, y de ahí, me estuve alimentando en mi acercamiento a aquel lugar. Único.

El pelo negro en forma de pequeña melena, contrastaba totalmente con la piel suave y blanca, como si nunca el verano hubiera visitado aquel pequeño cuerpo.
Para mí, el mundo se detuvo por siempre jamás. Un pitido en mis oídos y aquel corazón que pretendía salir de mi pecho, indicaban una sensación tan desconocida como desconcertante. Sin duda me estaba muriendo, no podía ser otra cosa. Además, las olas, dejaron de sonar y todo se nublaba ante mis ojos. ¿Qué iba a ser sino la muerte?

De pronto, un grito me sacó de mi camino hacia el otro mundo… Inés…Inés, vociferaba un hombre que, con cara de padre, desde la orilla reclamaba a mi pequeña sirena del final del embarcadero. Recuperé la visión, desapareció el pitido en mis oídos y el mar se puso de nuevo en funcionamiento. ¡Increíble! La medicina que me salvó de la muerte tenía el nombre de Inés. Esa fue la conmoción más grande que en mi corta vida había sufrido.
¿Qué estaba ocurriendo?

Pasaron varias horas hasta que me percaté de que tenía las piernas entumecidas por el frío de la marea que me lamía los pies. Los pantalones empapados, servirían a mis padres, ya en casa, para un merecido castigo por acercarme al mar cuando ellos no estaban. Si supieran…

Fue un largo fin de semana sin poder salir a la calle, excepto para arrojar la bolsa de basura al contenedor el sábado, menuda excursión. Ni siquiera el perro me sirvió para escamotear el castigo. Por supuesto mi padre, implacable, no cedió en su particular manera de educarme.
Si me hubiera levantado la pena ese mismo día, también hubiese aprendido la lección. Pero lo que provocó fue otra cosa. La distancia emocional resultó ser, a partir de ese momento, lo que tendría en común con mi padre. Hay que tener cuidado con el rencor infinito de los niños. Hay veces que dura para siempre.

Lo peor vendría a partir de ese mismo lunes, ya al final del colegio y sin nada que hacer por las tardes debido a la jornada intensiva.
El aburrimiento se hizo conmigo y el pequeño embarcadero se convirtió en mi mejor aventura. Allí pasaba horas y días sin acordarme apenas de los senderos que aguardaban mi regreso. Esperaba que algún milagro hiciese aparecer a mi efímera sirena, sentada en el borde de madera, con sus piernas tijereteando sobre las olas.
Pero la semana se hizo eterna.
Al tiempo que dejé de creer en la magia, perdí el vínculo que me unía a mi familia. Total, porque no se percataron de mi tristeza infinita. Nadie dijo nada. Ni siquiera yo, con 10 años, sabía llorar como se debería en esa situación… pero es que ni siquiera sabía qué situación era esa. Tan sólo me faltaba algo que nunca tuve, por lo que el hecho de echar de menos algo inexistente, me preocupaba aún más. Es ridículo. A esa edad…

Pasaron minutos, horas, y días completos… no se. Pero sin mediar aviso alguno, sin estar preparado ni esperarlo, volví a encontrar por las calles de mi pequeño pueblo su preciosa cara: blanca y enmarcada en una melena oscura y profundamente negra.
Tan sólo pude recuperar cierta confianza en la magia, porque dos fornidos padres (padre y madre) flanqueaban tan bello contraste en blanco y negro. Si no, el milagro hubiese sido completo. Escapé con un movimiento de cuello seco y conciso…volviendo la cara. Yo creo que se tuvo que dar cuenta del color rojo de mi cara, como un tomate, por ni haber mirado siquiera sus ojos. No se si llegamos a cruzar las miradas…

Olía a sal, de hecho, ese verano fue el olor que guió mi reconversión a la realidad de los 10 años.
En un pueblo con playa y servicios para el turismo, me encontré por primera vez, inmerso en un enorme dilema. Yo era el nuevo y tenía mis amigos de barrio. Pero de pronto, acaba el colegio, y aparece un mundo nuevo en forma de veraneantes con familias mucho más que completas. Pero algo ocurría en esas circunstancias… llegaba un periodo de guerra infantil.
Yo, me había hecho amigo de los nuevos habitantes aparte de la monotonía extinta e invernal, pero mis amigos de lluvia, invierno y centro escolar, se mostraban extrañamente recelosos conmigo.
Y era envidia, ahora lo se, pero entonces, fue todo un problema. No es sencillo pasar un invierno en un sitio tan “escueto”, sin la compañía de los de tu edad. Sin embargo, se me planteaba un enorme dilema, al tener que elegir entre los de siempre, o los esporádicos visitantes estivales.
Y… ¡jooder!, Inés estaba entre los que sólo veíamos un mes al año.

¿Qué haces en una situación así? Pues mandar a un mal sitio a los de siempre, guiado por un instinto nuevo y comparable a aventuras serpenteantes de atajos y peligros. Con sus peligros y sus cosas. ¡Qué menos!

Lo que peor llevaba, eran las guerras a pedradas en el barranco. Había un bando arriba y otro abajo. Los primeros en llegar se hacían con la cima, y los segundos…se llevaban no pocas pedradas. Nosotros, los de todo el año, siempre llegábamos primero y nos quedábamos con la cima del barranco. Pero los “pijos veraniegos”, tenían un horario disciplinar elaborado por sus boyantes padres que, lo único que lograban aparte de la obediencia filial y que llegasen siempre tarde a la cita, eran interminables viajes cada fin de semana a un centro de salud para que cosieran la boca de algún Borja Mari de turno. Imaginar la escena: un montón de chavales de unos 10 años en la cima de un terraplén, y otro puñado abajo, llevándose dos correctivos: uno por las piedras que les causaban verdaderas fracturas, y otro por el efecto que la gravedad ejercía sobre estas… una auténtica masacre.

Pero claro, ahí estaba yo, que conocía a casi todos e intentaba llevarme bien con cada uno de ellos. Al principio, sólo te insultan en voz alta, pero en poco tiempo, acababas corriendo barranco abajo empujado por tus “amigos”, para reunirte con tus nuevos compañeros de verano.
- ¡Traidor! Corre a jugar al frontón con estos niñatos… -Gritan mientras te echan-
Y claro, ¿qué podía hacer si mis “amigos” me mandan semejante misión? Pues entrenar duro y conseguir que mis padres me compraran una raqueta que no desmereciese el aluminio de los bastidores en las otras raquetas que se opondrían a mi, en breve.
Sólo arañé una mediocre herramienta para defenderme en esto del tenis. Eso si, mi raqueta fue traída por los mismísimos Reyes de Oriente aunque con dos años de retraso (eso de ir en camello no es eficaz para llegar al destino). Lo malo es que era Navidad y hasta el verano faltaba un rato que se prolongaría varios meses.

Inés era el nombre de la medicina y yo, no pensaba en irme a otro sitio a vivir que no estuviera cerca de aquel embarcadero. A no ser que nos mudásemos otra vez a otra ciudad o pueblo.
Así que me dediqué a reconducir mi frustración en machacar al frontón a todos aquellos pijos prepotentes que veían en mi, un claro ejemplo de…la otra clase social. A mi no me molestaban demasiado sus burlas, porque la verdad, tampoco lo entendía del todo. Y menos mal.
Mientras… mis otros amigos del resto del año, vigilaban y analizaban nuestra divina rutina, desde los escondites que yo mismo ayudé a construir en árboles, zanjas, o ángulos muertos de recodos inventados. Era sencillo verles observarnos, sobre todo cuando movían sin querer las ramas que los emboscaban. ¡Ilusos!. Como si no les viera nadie.
A mí, lo único que me preocupaba, era que no se dieran cuenta de que babear es humano, más aun si eres un niño de esa edad.


Continuará… espero. Pero hasta aquí, se admiten críticas. Por favor… sed implacables.

Gracias. Ojkr.-

viernes, 30 de marzo de 2007

La mala amistad.- 9-agosto-2006

Te duele, siempre duele aunque sea un poquito, aunque todo vaya bien, aunque no vaya.
Duele ver como gente que confió en ti algún día, te saluda con adioses al cruzarte con ellos.
Duele sentirse inútil tras servir en momentos importantes, sin ni tan siquiera una despedida y un: gracias, ya no te necesito.
Duele el alma, del esfuerzo que supone tamizar las verdades hirientes en sonrisas y chistes más o menos complicados que suavicen la incisión.
Duele darse sinceramente, y que las verdades hagan tanto daño que ni siquiera comprendan lo difícil que es decirlas, pues te juegas la amistad.
Duele, sobre todo, el abandono, la infidelidad y la ingratitud.
Duele ser consciente de que los amigos de hoy, mañana puedan hacer lo mismo que muchos otros antes: irse.
Duele, por tanto, la soledad que pueda sorprenderte en cualquier momento, el abismo real y actual de tu propia verdad: ¿estás solo?
Duele estar siempre solo, rodeado de gente que quiere cosas, como todos. Pero solos. Acompañadamente solos.
Duele sin dolor, como el vértigo, que no duele pero te tiene acojonado ante un precipicio, aunque no te caigas, aunque no te asomes demasiado, aunque no exista tal precipicio, tan sólo imaginándolo, con los ojos cerrados.
Pero lo mejor, es que duele sin dolor alguno a partir de cierto número de veces. Es más importante que siga ocurriendo. Que se vayan descubriendo con el paso del tiempo por sí solos.
Siempre van quedando algunos. Los mejores.

jueves, 29 de marzo de 2007

La pereza política.

Ojkr.-

La de cosas que pueden interpretarse a raíz de un mal comienzo. La de mequetrefes que intentan hacer de su nimiedad, todo un modo de vida. La de mindundis que nos muestran el camino paralelo y certero de la realidad.
Dichosos los demás, los que quedamos para ver otras cosas, fuera del análisis político, pero cargados de razones para demoler los mismísimos cimientos de la razón. Y pletóricos de ironía que sustenta la otra verdad, la equivocada, La que se nos esconde por mucho que busquemos respuestas sencillas. Bendita impotencia, amparada por los ineptos políticos, que no entienden que sus reflexiones a puerta cerrada… no son reflexiones de nada.
Puede que no resulte tan, tan sencillo… que aunque haya que seguir inconformes con la totalidad que nos rodea, no nos sirva para adquirir parcela en lo solemne y lo obvio.
Galimatías inútiles que ni tan siquiera nos aplacan, aunque si que nos llegan para alcanzar el Nirvana del conformismo.
¿Qué nos queda, aparte de la verdad propia?
¿Estaremos en la fase de controversia? O… ¿nos instalaremos en ella como medio o método para sobrevivir?
En el fondo de la cuestión, lo que acaba por subyacer, es la pereza política.
¿Qué permite que gente como Los Acebes, Zaplanas, Aznares… y por supuesto Rajoy, nos rodeen de gente que ignora la dualidad política comparativa y veraz?
Ahí, agarrados en sus pancartas como un antroido o carnaval que les protegiera… pero ¿de qué?
Ellos, los que renegaban de la voz-pópulis, acarician tras los lemas ambiguos los cimientos de la ruptura socio-política.
¿Qué podemos expandir para que el día de las votaciones, nos tomemos en serio el derecho de ir a votar?
¿Acaso soluciones como…”que se vote los lunes en hora de trabajo… que nos veamos obligados a votar… o que si no, esto, no sirve de nada?
¿Por qué ganan los de la bandera rojo, pollo y amarillo… unas elecciones con mayoría absoluta (amén de decretazos), con el mismo número de votos que les hacen perder en las urnas en otros comicios?
Siempre son los mismos, espero que cada vez menos; los que aupan al poder, o a las sombras de la envidia y/o el disparate político, a los mediocres que, sin criterio ni opinión favorable, aparcan la racionalidad para allanar caminos a las urnas.
Recelosos de un poder que nunca ejercieron con derecho, se les vuelve ahora en contra, gracias a sitios como este, que sin ser referenciales, nos aportan una razón para esperar el caos.
Nosotros, culpables y perezosos, esquivamos la cita con el voto gratuito y no obligado. Momento de la unidad y de la razón, pero que nos sirve de poco a nivel individual.
Polis…ciudad
Ticos…Hombre
Político… hombre de la ciudad… o sea, TODOS.
Hay una cita con el boicot, pero el boicot a base de derechos y privilegios a la hora de votar… hay que hacerlo, todos sin excepción.
Ellos, son siempre los mismos… nosotros: mucho más.
Evoquemos en esta cita electoral todo ese ejercicio de participación, para que puedan ser calladas las voces de la discordia.
Abrumemos con argumentos sencillos, a estos pasea-pancartas.
Acallemos las voces legales con nuestra participación…legal aún más si cabe, preservándonos de cercanos comicios con la contundencia innegable del voto definitivo.
Votar o lamentarse… e aquí la solución.

miércoles, 28 de marzo de 2007

Jamón de tarugo 5 JJJJJ

Pasemos a continuación, a conocer la deliciosa variedad ibérica del jamón de Tarugo.
Se cría en la ignorancia y acompaña a sus vidas un desconocimiento completo de la dualidad informativa. La comparativa. Esa que nos permite discernir entre varias noticias y entresacar de sus líneas la verdadera información, la que el instinto nos permita. El instinto es algo que se educa y entrena desde la infancia, pero que resulta trabajoso y requiere de una dedicación notable a favor de los hijos y futuros poseedores de opinión propia.
La variedad ibérica a la que me refiero, camina en rebaños de muchedumbres alentadas por dirigentes sin criterios que ayuden a pacificar nuestras vidas. Camuflados o escondidos tras pancartas de titulares compartibles, pero con derechos de autor. Orgullosos y engreídos tras la marcha.
Revocar, contraponer, discutir, fragmentar, crispar, todo vale para recorrer el camino de la cita hacia las urnas. Futurólogos sin memoria del pasado más reciente, que olvidan adrede sus intenciones electoralistas.
Pero… ¿y el rebaño?
¿Qué comen en sus porqueras mientras beben las mentiras en emisoras sin bozal?
¿Qué postre televisivo de dulce lobotomía, degustan mientras rebuscan las migajas con palillos a lomos del sofá?
Triste piara (siempre los mismos), ordenada a costa de la pasividad de la izquierda, siempre tan relajada y autocrítica, que da por bueno este separatismo político y el debate tras las filas. Pura dispersión.
Filas que se cierran, por otro lado, a base de consignas resultonas de rojo, pollo y amarillo. Eco de otros tiempos salpicados de una inquietante vengatividad.
Alabadores de la discordia por las poltronas perdidas con justicia.
JJJJJ
Jugando a ser jueces, en un juicio sin jurado, ajusticiando y jodiendo por siempre jamás, jactándose hasta jadear. Jubilados de juanete, jaleantes de júbilo y jerarquizados. Jetas con jersey al cuello, joviales cual Jaimitos jocosos yendo justo hacia la juerga. Juan-lanas en judicaturas ajenas. Pusilánimes juguetes que juran a pies juntillas como Judas de estos tiempos. Justificando lo injusto y ajustando juramentos, para evitar jurisprudencia.
Justos y juiciosos arrejuntados todo un jornal.
El jamón de Jabugo, dignidad porcina. El de tarugo, enquistándose en los muslos de los pasea-pancartas sin entrenamiento. Agujetas del terror y la desidia.
Puro Jamón de Tarugo 5 Jotas.

lunes, 26 de marzo de 2007

La mala estrategia

De pronto, y sin venir demasiado a cuento, se nos tiene que meter en nuestras cabezas la extraña idea de que tenemos que hacer o pensar algo. Este”algo” no es, ni casual, ni gratuito.
Por el contrario, es otro mecanismo natural que nos mantiene vivos. A saber: cuando uno está cegado por el ansia producida al llegar al convencimiento de que necesita cualquier cosa.
No algo en concreto por ser concreto, sino porque lo convertimos en algo mágico, especial y de carácter eterno o, cuanto menos, infinitamente necesario. Por supuesto, no en cualquier cosa.
Esencia en estado puro de una sustancia que bien podría no servir para nada. Sustancia esta, por supuesto, creada en los mas recónditos laboratorios de nuestros propios cuerpos, pero que la asimilación directa en nuestros organismos es, inviable.
Pero ahí está, esa pequeña porción de sustancia desconocida y que nos hace llegar al fin de esta historia: la mala estrategia.-
Estoy convencido de que ese mal planteamiento de partida, es el que consigue las mejores de esas malísimas estrategias.
Son todas ellas igual de inútiles y estúpidas, pero que convierten otra de esas sustancias corporales, en obcecación estéril.
Una de las cosas más importantes a la hora de marcarnos objetivos, es que nos los pongamos poco menos que imposibles, o fácilmente abandonables. Así de este modo, nos aseguramos una mala estrategia por necesidad, por muy fantástica que esta sea.
La mala estrategia es esa que, te lleva toda una vida hasta que uno desiste, que es como desistir del objetivo en sí. Esto no es malo.
Puede uno tomar el camino de la insistencia, y ser una persona terca y pertinaz, que lucha por algo imposible. Desesperante.
Aprender a buscar objetivos más alcanzables, a la vez puede ser de notable satisfacción. Nos llevaría a reducir el tiempo que empleamos en conseguirlos y así, podríamos marcarnos otros mejores. Aumento de la autoestima.
Esa no es tan mala estrategia. Aunque sea egoísta.