lunes, 26 de marzo de 2007

La mala estrategia

De pronto, y sin venir demasiado a cuento, se nos tiene que meter en nuestras cabezas la extraña idea de que tenemos que hacer o pensar algo. Este”algo” no es, ni casual, ni gratuito.
Por el contrario, es otro mecanismo natural que nos mantiene vivos. A saber: cuando uno está cegado por el ansia producida al llegar al convencimiento de que necesita cualquier cosa.
No algo en concreto por ser concreto, sino porque lo convertimos en algo mágico, especial y de carácter eterno o, cuanto menos, infinitamente necesario. Por supuesto, no en cualquier cosa.
Esencia en estado puro de una sustancia que bien podría no servir para nada. Sustancia esta, por supuesto, creada en los mas recónditos laboratorios de nuestros propios cuerpos, pero que la asimilación directa en nuestros organismos es, inviable.
Pero ahí está, esa pequeña porción de sustancia desconocida y que nos hace llegar al fin de esta historia: la mala estrategia.-
Estoy convencido de que ese mal planteamiento de partida, es el que consigue las mejores de esas malísimas estrategias.
Son todas ellas igual de inútiles y estúpidas, pero que convierten otra de esas sustancias corporales, en obcecación estéril.
Una de las cosas más importantes a la hora de marcarnos objetivos, es que nos los pongamos poco menos que imposibles, o fácilmente abandonables. Así de este modo, nos aseguramos una mala estrategia por necesidad, por muy fantástica que esta sea.
La mala estrategia es esa que, te lleva toda una vida hasta que uno desiste, que es como desistir del objetivo en sí. Esto no es malo.
Puede uno tomar el camino de la insistencia, y ser una persona terca y pertinaz, que lucha por algo imposible. Desesperante.
Aprender a buscar objetivos más alcanzables, a la vez puede ser de notable satisfacción. Nos llevaría a reducir el tiempo que empleamos en conseguirlos y así, podríamos marcarnos otros mejores. Aumento de la autoestima.
Esa no es tan mala estrategia. Aunque sea egoísta.

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