domingo, 5 de agosto de 2007

La muerte dulce

Puede que muera despierto. Hasta que amanece.
Puede que no sea de noche y el sol, tan sólo está escondido al otro lado del mundo. Desvelado, como yo, pero de risa
Rompiendo el silencio de la noche, la de verdad… la del otro lado del mundo. Con sus carcajadas hirientes de sol radiante, de sol que sale o se pone… casi cuando quiere.
Amanece, pero yo no veo el sol, el de verdad, el radiante, el carente de toda nube.
Veo, con ojos abiertos, la oscuridad, la verdadera, la de toda ausencia de luz.
Miro pero no veo, aunque en verdad, se que las cosas palpables, las tangibles, las de verdad, están ahí, aquí, rodeándome en la noche…

la de verdad ¡

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